Las rocas Rothéneuf de Saint-Malo

Como se puede adivinar por su nombre, el abate Fouré, responsable de estas esculturas, era un religioso que se vio obligado a retirarse a Rothéneuf a la edad de 54 años como sacerdote, a raíz de un derrame cerebral que le dejó casi completamente sordo. Durante sus problemas de salud, estas rocas le sirvieron de refugio y le permitieron expresarse representando leyendas locales, que grabó en piedra.

Pero además de la talla religiosa de L'Abbé Fouré, también es importante saber que estas rocas tienen muchas otras inspiraciones religiosas, y en particular una fuerte influencia de la vida de San Budoc, supuestamente el patrón de los salvadores de naufragios, y cuya tumba se dice que el Abbé descubrió en Rothéneuf antes de decidir finalmente instalarse allí para poner fin a su vida.

Figura clave del arte outsider, la vida del abate Fouré acabó como la de un ermitaño, debido a su sordera y a su reclusión en el pequeño barrio de Rothéneuf, pero cabe destacar que sus increíbles esculturas rupestres reproducen en gran parte la vida de los habitantes del Saint-Malo del siglo XVI, Se trata de piratas, contrabandistas, marineros, campesinos y pescadores, mitad humanos y mitad animales, esculpidos en piedra y llenos de un simbolismo a la vez fantástico y moralizante.

Durante su retiro en Rothéneuf, el abad se nutrió de las leyendas locales contadas por los feligreses y de las historias de familias de bucaneros, lo que a veces le llevó a esculpir rostros y cuerpos de pesadilla, incluidos monstruos marinos, demonios y salteadores.

Pero la influencia va más allá de la religión. También se basa en la lectura sobre los misioneros en colonias francesas como China, Rusia y Japón, así como en el explorador francés Jacques Cartier, que afirmó haber descubierto el río San Lorenzo en Canadá, y cuya casa en Rotheneuf es ahora un museo. Entre los rostros esculpidos en piedra también se encuentran los de Cleopatra, Napoleón, la reina de Saba, la reina Victoria e incluso Merlín o Gargantúa.

Sabemos que Jacques Cartier fue presentado a Francisco I en 1532, con el encargo de descubrir rutas hacia Occidente por el Norte y "conducir naves al descubrimiento de nuevas tierras en el Nuevo Mundo". Desgraciadamente, cuando Cartier regresó, se dio cuenta de que su viaje había estado lleno de fracasos: no encontró el Paso del Noroeste, confundió la pirita y el cuarzo con oro y diamantes, e incluso provocó un deterioro de las relaciones con los amerindios.

Quince años antes del comienzo de las esculturas rupestres de Rothéneuf, se inició la construcción de un fantástico palacio en el sureste de Francia, hoy conocido como el Palacio del Facteur Cheval. El proyecto guardaba muchas similitudes con las esculturas rupestres, lo que explica que el abate Fouré recibiera el apodo de "Facteur Cheval bretón".