Si el nombre de Halicarnaso ha dejado una huella indeleble en la historia, no es tanto por la influencia más bien limitada de la ciudad, ni siquiera por ser la cuna del historiador Heródoto, sino más bien por una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo que albergaba. Cuando el muy querido rey Mausoleo estiró la pata hacia el año 354 a.C., su esposa mandó construir un edificio funerario de prodigiosas dimensiones, 45 metros de altura.
Esta tumba, tan fuera de lo común, tenía que tener un nombre propio, ¡y fue bautizada como Mausoleo! Una palabra que perdurará a través de los siglos...