Empecemos por lo más espectacular. Recorra a pie o en bicicleta los 8 km del sendero costero (3h15 de marcha) y descubra la ineludible Côte Sauvage, cuya belleza a veces brutal y cuya luz casi sobrenatural han inspirado a generaciones de pintores que han intentado plasmar su esplendor en sus cuadros.
Desde la ciudad de Quiberon, siga el sendero que bordea la costa y déjese envolver por el vigorizante aire yodado mientras escucha el sordo rugido de las olas que burbujean al pie de los acantilados. En la Côte sauvage, todos los sentidos están alerta. A las afueras de la ciudad, podrá admirar la Pointe du Château Turpault, un acantilado solitario sobre el que se alza una elegante casa solariega anglo-medieval, una curiosidad arquitectónica de 1910.