Descubrir el patrimonio culinario de Mauricio

Un auténtico crisol de sabores, un viaje culinario a Mauricio comienza con la comida callejera. No hay nada como saborear los bocadillos indios que se venden en la calle por unas pocas rupias. Comer sobre la marcha es una forma de vida en la isla. Según la clasificación de 2017 de The Telegraph de las ciudades con comida callejera del mundo, Port Louis ocupó el noveno puesto. Una prueba de que la capital brilla por su diversidad culinaria.

El viaje de los mil sabores comienza en el mercado de Port-Louis, comúnmente conocido como el "bazar". Aquí podrá sumergirse en la cultura gastronómica mauriciana, con puestos de frutas, verduras y especias. Encontrará chouchou (verdura verde grumosa), giraumon (calabaza), brinzel (berenjena), lalo (verdura en forma de mini pimientos), margoze (similar al chouchou pero muy amargo), patole (un tipo de pepino), calabash... Entre las frutas destacan el mango, la guanábana (una fruta verde grande y puntiaguda), el jackfruit (utilizado para hacer chutneys), la carambola (en forma de estrella), las guayabas chinas y los lichis.

Al salir del mercado y pasear por las calles de la capital, es fácil detectar los puestos con largas colas. Se pueden degustar samoussas, "gato piments" a base de garbanzos, "gato arouilles" (un pequeño tubérculo), albóndigas...

Pero hay dos especialidades que destacan sobre las demás y que son las preferidas de los mauricianos: el dholl puri (una tortita ligera hecha con guisantes amarillos partidos, comino y curcurma; se sirve con la guarnición que elija: rougaille de tomate, curry de guisantes grandes, satini) y el roti (hecho de harina y servido con la misma guarnición que el plato anterior). De barrio en barrio, abundan los puestos y los sabores: indios, criollos, chinos...

Agencias como My Moris ofrecen Street Food Tours, una forma diferente de descubrir la isla. Durante este recorrido culinario, podrá explorar la capital de una forma diferente, retrocediendo en el tiempo a través de la historia de los edificios de piedra volcánica, que datan de la época colonial. Por supuesto, podrá degustar las especialidades mientras pasea por los diferentes barrios. La visita se realiza en pequeños grupos, con un guía que explica los rincones secretos, los orígenes de cada especialidad y la historia de Port Louis. La visita dura 3 horas y está disponible en inglés o francés.

Otra experiencia culinaria: ¡apúntate a un curso de cocina mauriciana! En buena compañía se aprende de todo, y cocinar no es tan complicado. La gastronomía mauriciana es una mezcla de pasión y sentimiento. Cada mauriciano tiene su propia receta, su propio curry, su propio método. Así que hay que saber improvisar con las especias y las verduras, ¡pero utilizarlas con moderación! Muchas recetas pueden llevar mucho tiempo de preparación, pero afortunadamente es posible aprender platos rápidos y fáciles.

Diríjase a la Maison Eureka. En esta casa colonial tendrá lugar un taller de cocina tradicional de media jornada. La actividad sólo está disponible en parejas, acompañadas por un guía. Antes de unirse al cocinero, tendrá que ir al mercado y recoger los ingredientes necesarios para la comida. Después, en la terraza, podrá familiarizarse con las especias locales para combinar correctamente los sabores. Después, a los fogones, donde compartirás, participarás, cortarás, removerás... Los aromas empiezan a llenar la cocina, ¡y llega el momento de sentarse a cenar! Para reservar este servicio, póngase en contacto directamente con Maison Eureka.

Si se aloja en determinados hoteles, también podrá disfrutar de experiencias culinarias similares. Es el caso del grupo Attitude, propietario de varios hoteles en la isla. En el Ravanela Attitude, la cocina criolla ocupa un lugar destacado, sobre todo en el restaurante. El chef no dudará en aconsejarle y enseñarle todas las facetas de esta cocina. Con su ayuda, podrá preparar algunas especialidades mauricianas. Después de esta experiencia, le encantará volver a casa con las técnicas y la receta.

Siguiendo con la misma cadena hotelera Attitude, podrá cenar directamente en casa de un lugareño, un empleado del hotel para ser más exactos. La experiencia es auténtica y se basa en compartir e intercambiar. Los huéspedes del hotel son trasladados a la casa del lugareño. Como en casa, todos colaboran en la preparación de la comida. Charlamos y brindamos con ron (con moderación). Amasamos la masa para hacer el pan (llamado faratas), mientras el curry (plato en salsa) hierve a fuego lento. Luego llega la hora de cenar con toda la familia. Es una oportunidad para compartir experiencias y creencias.

En Midlands, en el corazón de los cañaverales, en un lugar completamente alejado del turismo de masas, una table d'hôte ofrece especialidades mauricianas. Kot Marie-Michelle es una dirección que no debe perderse. Encontrará a Marie Michelle, la cocinera, dispuesta a ofrecerle una sabrosa experiencia. Como manda la tradición, cocina al fuego de leña en su vieja caraille (olla en criollo) y opta por recetas tradicionales, como antaño. Durante horas y horas, cocina a fuego lento numerosos currys: "cari zac", "daube de poulet", "curry de poisson"... Aquí no hay aspavientos, el anfitrión te acoge como si fueras de su familia. Una experiencia inesperada e inolvidable.

Otros hoteles más lujosos se implican cada vez más en la cultura mauriciana e incluyen en su programa una actividad de inmersión para disfrutar con los lugareños. En el sur de la isla, el hotel Shanti Maurice incluye en su programa de restauración una experiencia excepcional con los lugareños.

En la cocina del restaurante La Kaz Mama, nos encontramos con la abuela a los fogones. Promete una experiencia 100% mauriciana con recetas tradicionales, ancestrales y locales. El restaurante utiliza productos de su propio huerto (hierbas y verduras) en la medida de lo posible. Es una escapada culinaria con platos abundantes y familiares. El chef prepara el pan tradicional, la farata, en una tawa (plancha de hierro fundido), mientras da buenos consejos. La comida tiene lugar bajo la hermosa pérgola, donde se puede disfrutar de los exóticos platos. La experiencia termina con dulces caseros de Mauricio, frutas tropicales y sorbetes.