Turín: Una antigua ciudad industrial convertida en capital cultural y gastronómica

Con su reputación de gris ciudad industrial, Turín ha logrado una brillante reconversión en los últimos años. Para preparar los Juegos Olímpicos de Invierno de 2006, arquitectos de todo el mundo, como Jean Nouvel, Aimaro Isola y Renzo Piano, han trabajado en la renovación de la ciudad, eliminando almacenes ruinosos y saneando barrios antiguos.

El plan regulador de la ciudad, elaborado en 1995, ya preveía tres grandes zonas. Al norte, junto a un mercado translúcido, la antigua fábrica de gas se convierte en un gran centro universitario con un tejado en forma de diamante diseñado por Norman Foster. Más allá, la chimenea de una fábrica se transforma en el campanario de una iglesia (Iglesia del Santo Volto y Parque Dora), obra del arquitecto suizo Mario Botta. Al oeste, los terrenos industriales abandonados a lo largo de la antigua vía férrea se transforman en una vía futurista (la Spina Centrale). La antigua fábrica de Fiat se está convirtiendo en un lugar cultural dedicado al automóvil y al arte contemporáneo, así como en un corredor verde. Al sur, la antigua villa olímpica se ha convertido en zona residencial.

Situada a orillas del Po, el río más largo de Italia, Turín alberga también numerosas obras de arte barrocas: iglesias, plazas y pórticos. También aquí, importantes obras de renovación han convertido estos monumentos en centros culturales y lugares de exposición.

Decididamente tecnológica, Turín es también la primera ciudad que ha experimentado con las "Luces de los Artistas", poniendo en escena e iluminando cada año durante varias semanas varios monumentos de la ciudad. También han surgido aquí numerosas galerías de arte, lo que ha convertido a la ciudad en uno de los centros más vanguardistas del arte contemporáneo italiano.

Además de su atractivo cultural, Turín se ha consolidado como capital gastronómica. Además de los numerosos restaurantes que sirven especialidades piamontesas, se han abierto locales especializados. En el famoso mercado de Porta Palazzo, los agricultores locales venden sus frutas y verduras ecológicas junto a queseros, carniceros y vinateros. Toda la gastronomía turinesa y piamontesa está aquí representada y expuesta. El Mercato Centrale, situado al lado, da rienda suelta a los chefs turineses y extranjeros para deleitar el paladar de los visitantes. Por último, el chocolate sigue siendo la estrella de los cafés y restaurantes turineses, con la famosa bebida local, el Bicerin, una mezcla de espresso, nata y chocolate servida en un vaso de tallo.

Turín, antaño escala de los aficionados a los deportes de invierno, atrae cada vez más visitantes por sí misma. Sus numerosos museos y galerías, su festival internacional de cine, su festival del chocolate, su tradición gastronómica y su arquitectura atraen a curiosos y gourmets de todo el mundo.

En invierno, las temperaturas pueden descender fácilmente por debajo de cero. Para entrar en calor después de una visita, los cafés sirven deliciosos chocolates calientes, toda una institución en esta capital del chocolate. En verano, el calor puede ser agobiante. Gracias a los kilómetros de soportales que bordean la vía Roma y la plaza San Carlo, se puede pasear por la ciudad a la sombra. Por supuesto, también puede sentarse en una terraza y saborear un chocolate frío.