Las paradisíacas islas de Kerkennah

Las islas Kerkennah son un auténtico paraíso, pero sorprendentemente poco conocido, ¡o al menos nada turístico! Este archipiélago, apenas por encima del nivel del mar, está bañado por aguas translúcidas. Se puede navegar de islote en islote en felucas, observando cómo los pescadores recogen las redes.

Holgazanear en una playa desierta, descansar a la sombra de una palmera, comer pulpos recién salidos del agua... ¡una atmósfera atemporal le espera en estas islas de ensueño! El programa incluye ruinas fenicias y romanas, un fuerte otomano, fenómenos de mareas, un museo tradicional y salidas al mar con pescadores.

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La historia de las islas Kerkennah

Situado en el golfo de Gabes, a unos veinte kilómetros de la costa de Sfax, el archipiélago de Kerkennah comprende dos islas principales (Gharbi al oeste y Chergui al este) y cuatro islotes deshabitados. Los romanos, a través de numerosas descripciones de Diodoro de Sicilia, Polibio, Tito Livio y Plutarco, denominaron Cercina a este grupo de islas, que el griego Heródoto, padre de la Historia, ya había descrito en el siglo V a.C.

El propio Julio César recaló aquí en el año 46 a.C. durante su lucha contra Pompeyo, 150 años después que el cartaginés Aníbal, tras su derrota ante los romanos en 195 a.C. Gharbi y Chergui están unidas por una calzada de 600 metros de largo que existe desde la época romana. No verá muchos árboles, a excepción de la palmera, ¡que tiene prácticamente el monopolio! El palmeral alberga varios centenares de miles de palmeras, pero éstas producen frutos muy mediocres, reservados para el ganado, mientras que las palmas y los troncos se utilizan como aparejos de pesca en este archipiélago de pescadores.

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¿Por qué visitar las islas Kerkennah?

Las islas Kerkennah son poco conocidas, poco visitadas y, por tanto, poco turísticas, lo que las convierte en un destino absolutamente auténtico, un argumento cada vez más buscado en estos tiempos de turismo de masas. Están habitadas por una comunidad de pescadores que le invitarán a adentrarse en el mar durante una marea (cuente al menos 15 euros). Sí, ha leído bien, ¿quién dijo que en el Mediterráneo no había mareas? El fenómeno existe en este archipiélago, ¡y es otra originalidad que no debe perderse! Para darse un baño, diríjase a la playa de Sidi Fredj, una de las más bellas de la isla, donde se encuentra el hotel Cercina.

Unas vacaciones en las islas Kerkennah no son sólo playa, ¡también hay mucha cultura! Empezando por el Museo del Patrimonio Insular Mediterráneo, único museo del archipiélago, situado en el pueblo de El Abassia, en la isla de Gharbi. Inaugurado en 2004 en una casa tradicional, este museo privado propone un recorrido por la historia del archipiélago y su artesanía a través de objetos, escenas reconstruidas y decoraciones arquitectónicas. Incluso se pueden admirar algunas curiosidades, como el esqueleto de un cetáceo aparecido misteriosamente en la orilla. El museo también funciona como bed and breakfast y salón de té. Abierto de lunes a domingo, de 9.30 a 14.00 h., entrada 5 dinares tunecinos (1,5 euros).

En la isla de Chergui, apodada Grande Kerkennah, no se pierda el borj el Hissar (fuerte en ruinas), en la zona turística de Sidi Fredj: aquí es donde podrá disfrutar del panorama más amplio. Se trata de un antiguo emplazamiento fenicio que data del siglo VII a.C., luego tomado por los romanos. El fuerte es mucho más reciente, de época otomana (siglo XVIII). Un consejo: ¡venga al atardecer!

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Información práctica

¿Cómo llegar a las islas Kerkennah?

El ferry al archipiélago de Kerkennah sale del puerto de Sfax, a bordo del buque Loud. La travesía dura una hora y no le costará un ojo de la cara: ¡sólo el equivalente a 40 céntimos de euro! Asegúrese de llegar hasta arriba para disfrutar de las mejores vistas de las islas: es una llegada mágica, ¡sobre todo al atardecer! El ferry llega al sur, a Sidi Youssef, en la isla de Gharbi. A continuación, el camino conduce por una antigua calzada romana hasta la isla de Chergui, la más grande, donde se encuentra Remla, la ciudad principal. Para más información sobre horarios, pulse aquí.


Gharbi (también conocida como Mellita por el nombre de su único pueblo) y Chergui están unidas por una calzada de 600 metros de largo que existe desde la época romana. Una amplia carretera atraviesa el archipiélago a lo largo de 35 km, desde Sidi Youssef, al oeste, hasta El Attaya, al este.


La mayoría de los hoteles se encuentran en la pequeña zona turística de Sidi Fredj, en la isla de Chergui. Aquí también se encuentran las playas más hermosas. Durante mucho tiempo, el ferry procedente de Sfax llegaba aquí, antes de ser trasladado a Sidi Youssef, en el extremo occidental del archipiélago, más cerca de Sfax y, por tanto, más cómodo de servir.


EnRemla, la principal ciudad del archipiélago, se celebra el Festival de la Sirena, de tres días de duración, en agosto, y el Festival del Pulpo, en marzo, que marca el inicio de la temporada de pesca del pulpo. Estas festividades están salpicadas de desfiles de trajes tradicionales, canciones y actuaciones musicales. Como se habrá dado cuenta, una de las especialidades ineludibles de las islas Kerkennah es el pulpo, pescado y secado in situ, que se puede degustar de diversas formas: ensalada de pulpo, cuscús de pulpo, etc. Además de pescados locales como el salmonete y el besugo.

Para desplazarse por las islas, le recomendamos alquilar una bicicleta. Y si quiere ver un auténtico mercado, tiene lugar los jueves en la ciudad principal de Remla.


Nuestro hotel favorito en las islas Kerkennah

Un hotel de 2 estrellas a orillas del agua desde 34 euros la noche, ¿quién podría superarlo? Cercina es el nombre que los romanos daban a este paradisíaco archipiélago frente a la costa de Sfax. Este hotel familiar, situado en el campo de golf de Sidi Fredj, ofrece una de las mejores relaciones calidad-precio de la isla, con habitaciones auténticas y confortables en una playa desierta. Además, en la terraza con vistas al mar se puede disfrutar de la deliciosa cocina típica de Kerken.

© Hotel Cercina/ booking.com
por Salomé Busson
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