Susa, la perla del Sahel

Apodada la Perla del Sahel, Susa es la tercera ciudad más grande de Túnez, después de Túnez y Sfax, y la capital administrativa de la provincia homónima. Fundada por los fenicios, Susa pasó a ser cartaginesa antes de caer bajo la autoridad del Imperio Romano con el antiguo nombre de Hadrumète. Después se llamó Hunéricópolis cuando los vándalos expulsaron a los romanos, y luego Justinianápolis durante el Imperio Bizantino. En resumen, la ciudad pasó por muchos nombres antes de que Susa adquiriera el suyo propio con la conquista musulmana. Para seguir los pasos del periodo cristiano de la ciudad, tendrá que explorar las misteriosas catacumbas, 5 km de galerías subterráneas, ¡una auténtica necrópolis bajo la ciudad! Por desgracia, este frágil yacimiento lleva cerrado desde 2014, pero debería reabrir en los próximos años.

Sousse puede disfrutarse en cualquier época del año, ya que sus atractivos no se limitan a su paseo marítimo. Las playas del centro tienen un interés limitado, pero los bares y restaurantes de moda y el casco histórico lo compensan. La atracción imprescindible de Susa es, por supuesto, su medina, una de las más bellas del mundo árabe y declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Comienza en la plaza de los Mártires. La calle principal conduce hasta la Gran Mezquita. Edificada en el siglo IX, se construyó sobre los cimientos de un antiguo fuerte. Al oeste de la Mezquita Mayor se alza el Ribat, una impresionante fortaleza.

Es el Ribat más antiguo de Túnez y sirvió de modelo para el de Monastir. A diferencia del Ribat de Monastir, que domina el mar, el de Susa se encuentra a 500 metros de la costa. En su interior, las salas de guardia se abren a un vasto patio. No dude en subir a la torre cilíndrica de vigilancia, de 35 metros de altura, para admirar el panorama. También merece la pena visitar el museo arqueológico de Susa, situado en la kasbah (antigua ciudadela). Es el segundo museo más rico en mosaicos romanos después del Bardo de Túnez.