Crucero por el Nilo: descubra lo nunca visto en Luxor

El Valle del Nilo es un lugar de ensueño. Su riqueza arqueológica, su flora excepcional y su desierto tranquilo e impresionante son sólo algunas de las razones por las que esta cuna de la civilización faraónica es el destino más popular de Egipto.

Nada mejor que un crucero por el Nilo para descubrir esta región llena de promesas. Hay varios itinerarios, pero el de Luxor a Asuán será sin duda su favorito si desea descubrir o redescubrir los tesoros de Luxor, entre Abydos y Apollinopolis, al norte y al sur de la ciudad tebana respectivamente.

Para disfrutar plenamente del valle del Nilo, un crucero de cuatro o cinco días no está nada mal. Los programas son bastante similares de un operador de cruceros a otro. Lo ideal es viajar en un dahabieh privatizado, que le permitirá ir a su ritmo, detenerse largo rato en los puertos de escala que prefiera o cambiar de opinión.

Si alguna vez se ha imaginado en la cubierta de un barco admirando Luxor, noviembre es el mejor momento para hacerlo. Con una temperatura media de 25°, es el momento ideal para disfrutar de Egipto sin dejarse abatir por el calor veraniego. Es suave y el aire es saludable.

Es seguro que incluso los detractores de los cruceros encontrarán lo que buscan en el Nilo. Aquí no hay enormes transatlánticos, sino barcos tradicionales con poca gente a bordo. Los barcos de vapor son la mejor forma de recorrer el río con total tranquilidad.

Entre los cientos de barcos amarrados en Luxor, muchos se parecen, todos ofrecen más o menos los mismos servicios, y algunos merecen la pena. En el interior, sin embargo, el ambiente puede cambiar por completo. Desde animados cruceros con un ambiente acogedor hasta cruceros más lujosos que ofrecen un entorno refinado, los barcos suelen ofrecer un buen nivel de confort y servicios de calidad.

Si ha optado por el dahabieh, será el dueño del tiempo. Cuando atraque en Abydos, piense que es el huésped de Osiris, para quien se construyó este yacimiento arqueológico hace miles de años. El yacimiento ocupa 8 hectáreas y no se encuentra a orillas del Nilo, sino a unos diez kilómetros, al borde del desierto de Libia. Tendrá que conseguir un taxi o minibús que le lleve hasta lo más profundo del horizonte desértico. Cuando llegue, seguro que le sorprenderán los restos delrecinto de Khâsekhemoui, construido hace miles de años con ladrillos de arcilla seca.

Dado el tamaño del yacimiento, necesitará un guía que le lleve directamente al templo de Osiris-Khentyamentyou, ya que la necrópolis es inmensa y está repleta de restos enterrados. El templo de Sethi I es el mejor conservado. Su aspecto muy aplanado recuerda al templo de Hachetsoup en Deir El-Bahari. Al igual que éste, se trata de un templo con millones de años de antigüedad. Es famoso por contener la Tabla de Abydos, una estela en la que está grabada la lista de los 75 faraones que precedieron a Sety I y gracias a la cual se les conoce.

De nuevo hacia el Sur, remontando el Nilo, se llega a Denderah. Su complejo arqueológico, formado principalmente por 3 recintos, está a orillas del Nilo, como tantos otros. No tardará en llegar.

El yacimiento impresiona por sus numerosas ruinas. Su templo se yergue en medio del caos de los restos, testimonio de los numerosos cambios y transformaciones que han tenido lugar a lo largo de los milenios. De hecho, se llevó a cabo una importante campaña de restauración bajo Ptolomeo XIII, durante cuyo reinado se construyó el Gran Templo que verá al llegar, es decir, durante la ocupación romana (un poco antes del comienzo de nuestra era). Los otros templos, mucho más antiguos, fueron demolidos y todos los metales y piedras preciosas que los adornaban se reutilizaron para dar lustre al nuevo edificio.

Esta pequeña y exuberante isla, que le recordará a un oasis, puede visitarse previo pago. Hay excursiones en felucca, pero si dispone de su propio medio de transporte, también puede hacer el recorrido (siempre que pague la entrada).

Es un cambio refrescante respecto a la aridez del desierto. Se puede dar un paseo en barco por esta pequeña isla y admirar la exuberante vegetación, que es todo un cambio con respecto a otros paisajes. Plantada de plataneros, también se pueden ver otros árboles de frutas exóticas como el mango y la guayaba. De hecho, el restaurante local donde se puede cenar servirá fruta de estos árboles como postre.

¡Ah Luxor! Una escala que no debe perderse. Soltará amarras no lejos de los templos de Karnak y Amón, cerca del muelle principal. No debería dejar de visitar estos dos templos, aunque sea brevemente. Lo que realmente le interesa es visitar los valles menos conocidos del otro lado, en la orilla oeste del río: el Valle de los Monos, el Valle de los Artistas y el Valle de los Nobles. Tras unas cuantas maniobras, su Dahabieh le llevará a esta orilla. También en este caso, lo mejor es recurrir a los servicios de un guía que le llevará directamente al lugar.

Como habrán observado, los valles recibieron su nombre en función de la calidad de los individuos enterrados en sus necrópolis. El Valle de los Monos no es una excepción a esta regla, y de hecho son tumbas de babuinos las que se encuentran aquí.

De hecho, se trata de una serie de tumbas situadas al oeste del Valle de los Reyes. La más famosa es la del faraón Aÿ, que presenta tres registros (pinturas) de babuinos, idénticos en construcción y color a los de la tumba de Tutankamón. Aquí se han encontrado momias de babuinos. Eran los atributos de los dioses Thoth y Khonsu. Los egipcios los entrenaban, como atestigua una estatua del Museo del Louvre.

El Valle de los Artistas se encuentra en Deir El-Medina, cerca del templo de Hatshepsut. También se le conoce como el Valle de los Artesanos. ¿Por qué? Porque los artesanos que trabajaban para la gloria funeraria de los faraones eran recompensados por éstos con su propia necrópolis. Aquí es donde se encuentran los escultores, joyeros y pintores que crearon el esplendor de las tumbas de sus amos, así como los albañiles, trabajadores de la tierra y otros canteros.

Todos los artesanos vivían allí. Sus tumbas suelen ser abovedadas, como las bodegas de nuestros campos, con diversos grados de complejidad. A menudo están ricamente pintadas. Algunas están en muy buen estado de conservación. Los dibujos son legibles y los colores, a veces restaurados, vivos. Le sorprenderán las escenas de la vida y las pinturas que muestran claramente la relación entre los artesanos y artistas y las divinidades tan queridas por sus maestros.

Edfu y su famoso Templo de Horus se encuentran a unos 105 kilómetros al sur de Luxor. El templo se alza en la orilla occidental del río, frente a los templos de Karnak y Amón en Luxor. Nada más atracar, podrá ver el pilón trapezoidal del templo, que le recordará al del templo de Amón. Una vez dentro del recinto, se encontrará con una hermosa estatua de granito del dios Horus, representado como ave rapaz y portando una doble corona. El templo, que está acompañado por otro más pequeño, es rico en jeroglíficos y ruinas. Merece la pena visitar su gran patio interior y sus columnatas.

Enfrente se encuentra el pronaos, la primera sala hipóstila rodeada de una columnata que se puede atravesar para acceder a las salas del fondo. Hay muchas salas: la segunda sala hipóstila, la sala de ofrendas, los vestíbulos y toda una serie de capillas alineadas en un cuadrado. En el centro de la serie de pequeñas capillas, le espera el lugar santísimo (naos).

Los bajorrelieves relatan casi por doquier las luchas de Horus, en particular su victoria sobre Set (pared oeste).