Dos días para descubrir Zúrich

En nuestro primer día en Zúrich, nos dirigimos directamente al corazón de la ciudad, a Augustinergasse, una antigua calle medieval conocida como "the place to be". De hecho, esta zona peatonal es una de las más agradables de la ciudad. Está repleta de casas de colores con bonitas contraventanas de madera, tiendas de recuerdos y artesanía, y numerosos cafés y restaurantes.

Nada más entrar en la calle, nos fijamos en la profusión de ventanas en relieve de las casas. Conocidas como "ventanas oriel", datan de la Edad Media y cumplían una función específica. Los orieles se utilizaban como mirillas, además de iluminar las habitaciones. No se colocaban sobre la puerta principal, sino junto a ella. De este modo, los visitantes indeseados podían ser vistos desde lejos y repelidos si era necesario.

Otra cosa que nos llamó la atención fue el gran número de tiendas. Esto se explica por la historia de la calle: en la Edad Media, la Augustinergasse ya albergaba a la mayoría de los artesanos de Zúrich. A partir del siglo XVII, la calle se convirtió en un lugar codiciado por los propietarios de las mayores fábricas, que se disputaban la fachada más prominente de la calle.

Hoy en día, la calle alberga un gran número de boutiques de lujo (ropa de alta costura, relojes), que a menudo tienen precios excesivos. Sin embargo, si quiere sentir el "ambiente zuriqués" sin arruinarse, puede hacer una parada en el Café Augustin, situado en el número 42 de Augustinergasse. De 8 de la mañana a 6 de la tarde, podrá disfrutar de deliciosa comida casera y bebidas. Sabrosas gachas de avena, Birchermüesli casero, sopas variadas, patatas rellenas, quiches únicos y tartas de harina de espelta... ¡no faltan opciones para comer, merendar o desayunar!

Para completar nuestro paseo con una visita histórica, nos detendremos en la Augustinerkirche. Esta antigua abadía agustina, cuya iglesia, Augustinerkirche, aún se conserva, dio nombre a la calle Augustinergasse. Durante la época medieval, la Augustinerkirche fue una de las iglesias más importantes de la ciudad, pero con la llegada de la Reforma se suspendió el culto y la iglesia adquirió un aspecto más sencillo y desornamentado. Aún hoy es una preciosa pieza histórica que atestigua las consecuencias de la Reforma. Cuenta con un coro de diseño sencillo, una pila bautismal de Franz Fischer y pinturas sobre vidrio de August Wanner.

Para nuestro segundo día, nos alejamos del bullicio de la ciudad para dirigirnos a Rapperswil, un pintoresco paraje a orillas del lago de Zúrich, conocido como un remanso de paz poblado por miles de rosas. Hay dos formas de llegar: para los que quieran admirar el paisaje, recomendamos tomar el barco desde la Bürkliplatz de Zúrich. El trayecto dura unas dos horas, lo que deja tiempo suficiente para contemplar la belleza natural de Zúrich. La segunda opción, más sencilla, es tomar el tren desde la estación. Llegará a Rapperswil en 40 minutos.

Recomendamos comenzar la excursión con una visita al convento capuchino de Rapperswil (Kloster Rapperswil). Fundado en 1606, es famoso por su magnífica rosaleda. Esta flor omnipresente es también la fuente del escudo de armas de la ciudad. Todas las especies y colores de esta magnífica planta florecen en los espacios públicos e históricos. Por esta razón, la época ideal para visitar Rapperswil es sin duda de mayo a octubre.

Continuamos nuestro recorrido histórico por la tarde con una visita al castillo de Rapperswil, monumento emblemático de la ciudad, entronizado en una colina con una vista panorámica excepcional sobre los Alpes de Glaris hasta el Oberland zuriqués. Construido hacia 1230, se ha mantenido en perfecto estado de conservación. El castillo no es accesible en su totalidad, ya que algunas de las salas están reservadas para bodas o eventos corporativos. Sin embargo, se puede subir al primer piso, que alberga un museo polaco. Creado en 1970 por emigrantes polacos que habían llegado a Suiza como refugiados, el museo trata de la historia polaca y de las relaciones con Suiza a lo largo de los años.

Al salir del castillo, en su flanco sur, podrá admirar una vista excepcional de la colina y divisar algunos gamos. Su presencia no es insignificante, e incluso ha dado lugar a una leyenda. Según la historia, la esposa del conde de Rapperswil se opuso a que se matara una cierva durante una cacería en Herrenberg. En señal de agradecimiento, la cierva apoyó la cabeza en su regazo. Esto fue un buen augurio, que dio a la pareja real la idea de construir un castillo.

Para rematar un día de belleza, diríjase al Hotel Restaurante Rossli. Su magnífica terraza con vistas al lago suele impresionar a todos los gourmets. Situado a sólo 1 minuto del castillo, este establecimiento de lujo ofrece una cocina suiza e iraní muy refinada, elaborada con los mejores productos. Encontrará muchos platos del lago cercano, así como excelentes cortes de carne y menús vegetarianos.