Fue gracias a la primera expedición de Johann Ludwig Burckhardt en 1812 que el mundo occidental descubrió Petra. Tras varios intentos infructuosos, el hombre apodado Sheikh Ibrahim consiguió entrar en las ruinas perdidas de Wadi Musa disfrazado de beduino.
Aunque hoy parece impensable que un yacimiento así haya permanecido desconocido para el resto del mundo durante tanto tiempo, hay varias razones que explican su exclusividad. Los escasos vestigios escritos hallados en Petra favorecen una transmisión oral mucho menos precisa. Además, la inestabilidad política de la región a principios del siglo XIX no favoreció las excavaciones.