Isla Reunión: una visión general de la isla intensa

A sólo 40 minutos del aeropuerto de Saint-Denis, Salazie es uno de los tres circos de Reunión. La carretera serpenteante a través de gargantas de un verde exuberante, con sus magníficas cascadas, bien merece las desviaciones. A medida que se acerca, el impresionante relieve del circo de Salazie se revela poco a poco, revelando aquí y allá encantadores panoramas.

Estamos en uno de los lugares más lluviosos del mundo, hogar de una vegetación densa y exuberante. El encanto y la autenticidad están a la orden del día, y disfrutamos descubriendo un nuevo mosaico de paisajes o un nuevo pueblo pintoresco en cada recodo de la carretera. En el corazón del circo, el pico de Anchaing, de **1.350 metros de altura, vigila el valle.

En la muralla sur del circo de Salazie, los bosques de Bélouve y Bébour forman una auténtica selva primaria, con senderos que serpentean entre árboles retorcidos, enmarañados y cubiertos de epífitas. Esta selva densa y húmeda alberga una biodiversidad excepcional. A primera hora de la mañana, cuando la bruma del amanecer se adhiere a las copas de las acacias, el escenario es fantasmagórico.

Atravesando la exuberante vegetación del bosque de Bélouve, llegará a uno de los lugares más impresionantes de Reunión: el Trou de Fer. Varias cascadas se precipitan en este abismo verde de más de 300 metros de profundidad en un espectáculo ensordecedor. Quienes puedan permitírselo no dudarán en descubrir el barranco en helicóptero: una experiencia única e inolvidable.

Al día siguiente, partimos hacia Saint-Benoît para hacer una refrescante parada en el Bassin la Paix antes de dirigirnos a Sainte-Rose y su extraña iglesia con el evocador sobrenombre de Notre-Dame des Laves. El pequeño edificio rosa se salvó milagrosamente de la lava cuando el Piton de la Fournaise entró en erupción en 1977.

Tras un picnic enAnse des Cascades, un entorno verde con un pequeño puerto pesquero y numerosas cascadas, es hora de tomar una de las carreteras más legendarias de Reunión en dirección a Saint-Philippe: la ruta de las lavas. Bordeando el volcán, atraviesa paisajes únicos que parecen casi irreales, modelados por coladas volcánicas que se extienden hasta el océano.

Se tarda una mañana en atravesar la selva virgen entremezclada con las coladas de lava del Grand Brûlé, vistas el día anterior desde la carretera de lava. No hay casas ni caminos, sólo roca volcánica hasta donde alcanza la vista mientras se camina por las coladas de lava aún caliente. El negro intenso del basalto contrasta con el azul profundo del océano. Los más aventureros pueden explorar las entrañas de la tierra a través de las galerías, cuevas y cavernas de los túneles subterráneos de lava.

¿Té o café? En el pueblo criollo de Grand Coude, la elección es importante, ya que podrá visitar las granjas productoras de las dos bebidas por las que Reunión es famosa en el mundo entero: la Labyrinthe en champ Thé y la Maison de Laurina. Para terminar el día con estilo, diríjase a la playa de Grande Anse para tomar un cóctel a la sombra de los cocoteros.

Tras cuatro días rodeándola, es hora de abordar la atracción estrella de Reunión, el Piton de la Fournaise, de 2.631 metros de altura. Este majestuoso volcán entra en erupción cada nueve meses por término medio, y aún hoy modela el paisaje de la isla. Tras el paso de la lava, la naturaleza reclama poco a poco sus derechos, creando paisajes únicos en los que se mezclan la vegetación y la roca volcánica.

Desde Pas de Bellecombe, la caminata hasta la cima del Piton de la Fournaise dura unas cinco horas. Paso a paso, todos nuestros sentidos se ven exig idos: pasamos del sol abrasador al frío glacial, de la oscuridad a la luz brillante, del silencio pesado al sonido ensordecedor del viento. Por el camino, atravesamos los paisajes lunares del recinto de Fouqué antes de llegar al cráter de Dolomieu, donde la atmósfera es indescriptible. Es un momento mágico, una experiencia inolvidable.

El día anterior fue agotador emocional y físicamente, así que ¿qué tal si nos relajamos un poco? Con la toalla bajo el brazo, diríjase a la playa de Saint-Pierre, donde las aguas turquesas del océano Índico acarician la cálida arena blanca. Disfrute del sol y del sonido de las olas antes de ponerse la máscara y el tubo para admirar la colorida flora y fauna de la laguna.

En el laberinto de callejuelas del centro de Saint-Pierre, abundan los restaurantes que harán las delicias de los gourmets más exigentes. Pero si su visita coincide con un sábado, ¿por qué no se da una vuelta por el mercado, uno de los mejores de la isla, o incluso de Francia? Pintoresco y un cambio de aires, encontrará fruta, verdura, souvenirs... todo lo necesario para hacer la maleta y traerse un pedacito de la isla.

Cilaos significa "el lugar del que nunca se sale " en malgache tsilaosa, y es fácil ver por qué: picos, profundos cañones, murallas, torrentes y otros islotes solitarios forman un paisaje espectacular del que es difícil hartarse. A 1.200 metros de altitud, el circo de Cilaos es más soleado y seco que Salazie y Mafate. El Piton des Neiges, el pico más alto del océano Índico con 3.069 metros, domina el valle.

Es un paraíso para los amantes del deporte y los aventureros. Además de las encantadoras rutas de senderismo que suben al Piton des Neiges, a las Trois-Salazes y al Grand Bénare, los visitantes pueden probar el barranquismo en las vertiginosas gargantas, la escalada en los acantilados de basalto o la escalada en el bosque de criptomerias. Cilaos es un parque infantil a escala real.

Nuestro viaje ya toca a su fin y hemos llegado a la costa oeste de Reunión, donde hace buen tiempo todo el año. En la playa de Roches Noires, en Saint-Gilles, veraneantes y lugareños extienden sus toallas sobre la arena blanca para tomar el sol frente al océano. Los amantes del deporte prefieren la Plage des Brisants, célebre lugar de surf, pero también de vóley-playa y tenis-playa.

Las playas de Saint-Gilles son muy bonitas, pero es al alejarse cuando se encuentran verdaderas joyas. En la playa de Boucan Canot, cocoteros y filaos dan sombra a los visitantes que acuden a disfrutar del calor de los rayos UV, el sonido de las olas y el olor del rocío marino. Al final de la larga extensión de arena fina, las familias disfrutan de un baño al abrigo del oleaje en una piscina natural de roca volcánica. Aquí, el tiempo parece detenerse y no hay nada más que hacer que tomar el sol, nadar y disfrutar.