La historia del Bardo (y no de Bardot como Brigitte) comenzó incluso antes de su apertura. El museo se encuentra en los antiguos pisos del Palacio de los Beys de Túnez. Obra maestra de la arquitectura husseinita del siglo XIX, el Bardo comenzó su andadura bajo el protectorado francés en 1885, asumiendo la función de museo de antigüedades nacionales. En 1888 se convirtió en el Museo Alaoui. Hubo que esperar hasta 1956 para que recibiera el nombre por el que hoy se le conoce en todo el mundo. Derivado del Prado español, Bardo es simplemente el nombre del barrio de Túnez donde se instalaron muchos musulmanes andalusíes que huían de la Reconquista.
Esta joya parecida al palacio de la Alhambra es también la antigua residencia de la familia real turca. Se necesitaron cuatro años para renovar y ampliar el museo, que alberga la mayor colección de mosaicos del mundo. En la actualidad, además de los dos edificios históricos, en 2012 se inauguró un edificio totalmente nuevo para celebrar por todo lo alto la reapertura del museo. Duplicando la superficie del museo, cuenta con seis nuevos departamentos dedicados a la prehistoria, el periodo púnico, la civilización númida, el tesoro submarino de Mahdia, la antigüedad tardía y el Islam.
Aunque el Bardo ha evolucionado a lo largo de los años, sigue conservando religiosamente los vestigios de su ilustre pasado que lo han convertido en un monumento histórico. Lamentablemente, el Museo del Bardo fue víctima de un terrible atentado el 18 de marzo de 2015, en el que murieron 22 personas, entre ellas 20 turistas, a los que una placa rinde homenaje.