2 días en Galway y los lagos de Connemara, una zambullida en la auténtica Irlanda

Nuestro fin de semana en Irlanda comienza con un vuelo de París a Shannon. Apenas dos horas después, llegamos al oeste de Irlanda. Tras reservar un coche de alquiler en el aeropuerto, puede comenzar nuestro viaje por la ciudad y el campo.

El casco antiguo de Galway

Dejamos las maletas en el hotel Eyre Square, en el norte de Galway, y nos dirigimos al casco antiguo para disfrutar de las vistas. La primera parada es Eyre Square: este pequeño parque central alberga varios monumentos, entre ellos la Puerta Browne y la Fuente del Quincentenario, todo un símbolo de la ciudad y de su pasado. La fuente tiene 3 paneles metálicos que representan las velas de un barco, un guiño a las tradicionales embarcaciones pesqueras de Galway.

Los sábados, el mercado de Galway gira en torno a la iglesia de San Nicolás, donde encontrará productores y agricultores locales, así como algunos puestos de artesanía. Es un buen momento para comprar comida para llevar, así podrá comer en la calle y disfrutar del ambiente festivo, porque si tiene suerte se encontrará con una actuación callejera.

El centro peatonal es un lugar estupendo para visitar. Pasee por las calles, mirando hacia arriba para admirar las coloridas fachadas de las tiendas, pubs y restaurantes. Al doblar una esquina, un monumento histórico o un edificio religioso le llamará la atención. Entre ellos, el castillo de Lynch, el Arco Español y la catedral de Nuestra Señora de Galway, al otro lado del Corrib.

Al final del día, nos dirigimos al antiguo pueblo pesquero de Claddagh. Este pequeño puerto pesquero al otro lado del río Corrib, que ahora forma parte de Galway, vivió una época dorada en el siglo XIX, cuando muchos pescadores y sus familias vivían aquí con vistas a la bahía de Galway. Las tradiciones y costumbres estaban a la orden del día mientras los veleros pasaban cada día para vender el pescado fresco en los mercados de Galway. Aunque la pesca ya no es la actividad principal en Claddagh, un paseo por sus calles le dará una idea del ambiente tradicional.

Para llegar a Claddagh, cruzamos el puente Wolfe Tone y nos dirigimos al muelle de Claddagh. El paseo nos lleva por la orilla izquierda del Corrib y vemos las famosas casas de colores que dan encanto a la zona. El paseo continúa hacia el muelle de Nimmo y luego hacia South Park, un lugar verde donde se respira aire puro frente a la desembocadura del río Corrib. Si le apetece, ¡puede incluso darse un baño en verano! Es el lugar perfecto para sentarse y soñar despierto, montar en bicicleta, correr o simplemente volar una cometa.

Si de tradición se trata, en las tiendas de la ciudad encontrará multitud de recuerdos auténticos. Aquí se creó el legendario anillo de Claddagh. Famoso en todo el mundo, este anillo representa un corazón sostenido por las manos con una corona en la parte superior. Es la joya que hay que regalar (y el típico obsequio que hay que llevarse a casa) para demostrar amor, amistad o lealtad.

Una noche en el Barrio Latino

Después de este largo paseo, volvemos por el puente Wolfe Tone hasta Quay Street para lo que promete ser una animada velada. Esta legendaria calle forma parte del Barrio Latino y alberga multitud de bares, restaurantes y pubs. Los más fiesteros podrán disfrutar del ambiente irlandés, mientras que los más madrugadores podrán limitarse a tomar una copa y un plato típico a base de pescado fresco, ¡por supuesto!

¿Dónde alojarse en Galway?

Un sencillo paseo matutino por Connemara

En nuestro segundo día, salimos temprano por la mañana en coche hacia el Parque Nacional de Connemara. Galway facilita el acceso a esta región, y en sólo 1 hora de coche, los primeros paisajes de colinas y lagos se despliegan a lo largo de la carretera N59. Hay varias rutas de senderismo para descubrir Connemara, con distintos grados de dificultad.

Para pasar el día, el sendero de Lower Diamond Hill parece el más adecuado. Diríjase al pueblo de Letterfrack para iniciar un bucle de unos 3 km. Es ideal para familias que deseen caminar durante una hora aproximadamente para obtener una buena visión general de la zona. Una vez en el aparcamiento del Parque Nacional, puede pedir información en el centro de visitantes. A lo largo del camino, al comienzo de la caminata, hay mesas de picnic donde se puede almorzar antes de comenzar la exploración.

Para comenzar la caminata, los marcadores azules diferencian el sendero Lower Diamond Hill (más fácil) del Upper Diamond Hill (más difícil y largo, aproximadamente 2h30). La caminata comienza con una subida hasta la cima, donde puede desviarse por el sendero azul. Durante 1 hora, el sendero en buen estado ofrece vistas panorámicas del parque, sus prados, colinas y arroyos. Si el tiempo está despejado, ¡puede que incluso vea el océano!

Tarde en la abadía de Kylemore

A media tarde, nos dirigimos al sublime castillo de Kylemore. El edificio bien merece una visita cuando se está en Connemara. Situado al pie de una colina, está bordeado por el lago Pollacappull. Actualmente es una abadía benedictina, pero se puede visitar. En un día soleado, dé un romántico paseo por los jardines victorianos del castillo o por las históricas y grandiosas estancias de los edificios, antes de visitar su iglesia neogótica.

Los orígenes de esta abadía se remontan al siglo XIX, y su historia es tan romántica como trágica. El castillo se construyó a petición de un hombre de negocios que decidió ofrecer la residencia a su esposa, que había quedado cautivada por la región de Connemara 13 años antes durante un viaje en pareja. El matrimonio y sus hijos vivieron allí durante 10 años, hasta que la esposa, Margaret Vaughan, enfermó y murió.

El marido, Mitchell Henry, decidió marcharse. Pero antes de hacerlo, construyó un monumento en honor a su amor perdido. La arquitectura de la iglesia da testimonio de este amor, con curvas femeninas y vidrieras que representan a mujeres.

Tras un día repleto de emociones, llegó el momento de regresar a Galway y disfrutar de los últimos momentos de este viaje urbano, contemplando el paisaje que se desplegaba por el camino. Pasamos una última noche en Galway, antes de coger nuestro vuelo a París a la mañana siguiente, con un montón de recuerdos que atesorar.