5 días en el corazón del patrimonio normando

Nuestro viaje a Normandía comenzó con una parada en el Hôtel de la Mère Poulard, en Mont-Saint-Michel. Por fin puede comenzar la visita, y empezamos atravesando las distintas puertas: la Porte de l'Avancée, la Porte du Boulevard, la Porte du Roi y, por último, el puente levadizo. A continuación, descubrimos la singular Grande Rue, empinada y estrecha. Repleta de pequeñas tiendas y boutiques de recuerdos, esta calle ya se utilizaba con este fin hace 1.000 años. Claro que entonces las baratijas no se fabricaban en China. La calle principal está flanqueada por magníficas casas de granito y entramado de madera que datan del siglo XV.

Las actividades dentro del monumento pueden resumirse simplemente en una serie de visitas. Antes de empezar todo eso, volvemos al hotel para comer algo y degustar la famosa tortilla de la Mère Poulard, famosa en el mundo entero por ser ligera y espesa a la vez, gracias a su textura espumosa única. Una vez con la barriga llena, emprendemos las famosas visitas, con una amplia oferta de museos, murallas yabadía. Los museos son bastante antiguos y bastante caros para lo que son, por lo que no los recomendamos a menos que traten de un tema que realmente te apasione. Hay cuatro: el Musée de la Mer et de l'Écologie, L'archéoscope (un espectáculo que recorre la historia del lugar), el Musée Historique y la Maison Du Guesclin (una casa de época).

Nosotros preferimos dirigirnos a las murallas y a la Abadía. Las primeras ofrecen una maravillosa vista de la bahía y de la roca Tombelaine, así como de los antiguos tejados. La Abadía, por su parte, es una visita obligada por su interés histórico, la"maravilla"que alberga y la vista desde lo alto. Tras recorrer el monumento, dejamos el Mont-Saint-Michel para dirigirnos a Caen, a 120 km.

Información práctica

👛 Tarifas museo: 9 ó 18 euros las 4 visitas

👛 Visita de la abadía: 11 € con suplemento de audioguía de 3

👉 Para evitar colas, reserve su entrada en línea, en GetYourGuide por ejemplo, la cancelación es gratuita.

👉 Acude al recinto a primera hora de la mañana si puedes, es la única forma de evitar las aglomeraciones

⏰ Horarios: los horarios de apertura de la Abadía varían según la temporada; temporada baja: de 9.30 a 18.00 del 1 de septiembre al 30 de abril; temporada alta: de 9.00 a 19.00 del 2 de mayo al 31 de agosto.

Una vez en Caen, nos instalamos en el encantador Clos Saint Martin, una casa de huéspedes, antes de pasar la noche en la rue Ecuyère. La rue Ecuyère es la calle más animada de la ciudad por la noche, y la que cuenta con más bares. Para comer algo, hay que dirigirse al barrio de Vaugueux, al puerto o a la plaza Saint-Sauveur.

Al despertar en Caen, no pudimos evitar otra de las visitas obligadas de Normandía: el Memorial de Caen, uno de los museos más famosos de Francia. El tema de este día es el desembarco del Día D y la historia de la Segunda Guerra Mundial. Al llegar al museo, construido en el emplazamiento de un antiguo búnker alemán, pagamos la entrada de 19,80 euros. Desde la cita en la pared exterior del edificio hasta el ambiente en el interior y los artefactos más bien lúgubres: extractos de las paredes de las duchas de gas, ropa destrozada por las balas, vídeos de relatos de testigos, etc., todo en este lugar es terriblemente conmovedor. La visita puede durar entre 2 y 3 horas.

Para continuar tras las huellas del Día D, nos dirigimos a Ouistreham, donde nos espera una visita guiada por las playas del Día D. Es aconsejable realizar esta visita después del memorial de Caen, para que los lugares y la historia estén aún frescos en la memoria y sea mucho más fácil reconocer los lugares y las anécdotas asociadas. Hay muchos guías que ofrecen recorridos diferentes. Algunos paquetes incluso incluyen la entrada al monumento, el almuerzo en el restaurante "Les Pommiers" dentro del museo y una visita guiada a las playas por la tarde, todo por 54 euros por persona. Los lugares visitados son La Pointe du Hoc, Omaha Beach y el cementerio militar americano de Colleville-sur-Mer, antes de terminar con la proyección de la película"Los 100 días de la batalla de Normandía" en el cine circular 360 de Arromanches.

Con la salida del sol sobre Normandía, dejamos Ouistreham para dirigirnos a las cercanas playas de Cabourg. Para comenzar esta hermosa jornada estival sobre la rara arena normanda, emprendemos un paseo a caballo a lo largo de las amplias extensiones del paseo marítimo. Una forma muy utópica de comenzar una jornada dedicada, esta vez, al litoral de la región. La actividad permite familiarizarse con el litoral, así como con las marismas locales. Cuesta entre 39 y 55 euros de media, según el centro hípico, y dura entre una hora y hora y media.

Aireados por el rocío del mar, sólo podíamos pensar en un buen sitio para comer. Con este estado de ánimo nos dirigimos a Deauville, en busca de una buena dirección antes de pasar allí el resto del día. La inspiración no faltaba y la ciudad estaba repleta de restaurantes que llamaban a nuestros estómagos. Una vez hecha nuestra elección e instalados, es hora de lanzarse a las playas de la famosa ciudad tan querida por los parisinos. No hay escapatoria, Deauville suele ser presa de la brisa marina. Así que, para aprovechar al máximo esta brisa yodada, nos embarcamos en una actividad endémica de las playas del norte de Francia: la vela de arena. Supervisados por un guía, nos deslizamos por la arena y vemos pasar a toda velocidad las famosas casetas de playa. Para recorrer la arena mojada a esta velocidad, tendrá que desembolsar entre 40 y 50 euros por una sesión de dos horas.

Así que con la cabeza despejada nos dirigimos a nuestro alojamiento para pasar la noche, elHôtel Barrière. Después nos dirigimos a la ciudad para disfrutar de Deauville por la noche. Menos impresionante pero también mucho más barato es el Amirauté Hôtel Golf, a 5 minutos en coche, que ofrece servicios similares.

Salimos temprano delHôtel Barrière para dirigirnos al pequeño pueblo de Pont-L'évêque, típico de Normandía. Fue aquí donde se creó el queso cuadrado del mismo nombre. Pero esta mañana visitamos el lugar por otra especialidad normanda. Un guía nos llevará a visitar la destilería Père Magloire Calvados, un gran nombre en esta particular bebida espirituosa (un licor típico destilado de la sidra). Todo está pensado para que aprenda a degustar esta especialidad: efectos sonoros, visuales, sensoriales y olfativos le enseñarán a catar en tres etapas. Primero elojo, luego la nariz y después el paladar. El recorrido alterna animación y degustación, lo que lo hace aún más divertido. Los precios son de 14, 50 euros para adultos y 6 euros para niños. Existe una tarifa familiar reducida de 35 euros para 2 adultos y 2 niños. La visita a la destilería dura aproximadamente 1 hora y 15 minutos.

Para comer, partimos hacia Honfleur y su bonito puerto, a apenas 20 minutos. En las inmediaciones, hay multitud de sitios para comer frente a la calma del agua en la que se posan numerosas embarcaciones igual de quietas, un relajante telón de fondo para cortar la jornada. Una vez saciados, sólo nos queda iniciar nuestro paseo por Honfleur, entre callejuelas empedradas repletas de edificios antiguos y un paseo por el puerto. Hay mucho que ver, empezando por las numerosas galerías de arte que adornan la ciudad, así como las tiendas de especialidades normandas y de recuerdos que invadieron la ciudad hace unos años. Mención especial merecen los pequeños comercios con encanto que han sobrevivido a pesar de ello, como "Aux Joyaux de la Nature", una pequeña tienda de fósiles, piedras preciosas y otras curiosidades naturales regentada por aficionados y especialistas en su campo. Se encuentra en el número 4 de la rue du Puits.

Honfleur también cuenta con varios monumentos, como laiglesia Sainte-Catherine, una iglesia de madera del siglo XV. Su armazón recuerda ligeramente el casco de un barco volcado y puede contemplarse desde varios ángulos. La iglesiade Notre Dame de Grâce tampoco está nada mal, y ofrece desde su cima una vista panorámica de todo elestuario del Sena. Sus campanas repican cada 15 minutos con una melodía diferente.

Con la visita de la ciudad terminada tras 2-3 horas, continuamos nuestro viaje normando hacia nuestra siguiente parada: Rouen. 1 hora de viaje después, llegamos por fin al hotel más bonito de nuestra aventura, elHotel Bourgtheroulde, en pleno centro de la ciudad. Sólo tuvimos que caminar un poco para llegar a la Place de la Pucelle, donde, según la leyenda, fue quemada Juana de Ar co, pero sobre todo donde se encuentran la mayoría de los restaurantes.

Nos despertamos en laAtenas del Gótico, Ruán. Tras haber deambulado por sus calles y contemplado iluminados algunas de las decenas de campanarios de la ciudad el día anterior, hoy nos conformaremos con profundizar en el conocimiento de la ciudad con dos visitas imprescindibles de Ruán: elHistorial Jeanne d' Arc y el Gros Horloge. Comenzamos nuestra visita por el final de la historia, comiendo alrededor de la hoguera el cuarto día y conociendo mejor la vida de La Pucelle el quinto. El Historial no es un museo cualquiera, ya que ofrece un recorrido de espectáculos con tecnologías innovadoras: proyecciones en 3D y cartografía. El Gros Horloge, en cambio, es una visita más sobria, con un guía que nos lleva hasta el corazón del monumento y nos cuenta más sobre la historia del enorme reloj.

Información práctica

👛 Entrada al Historial Jeanne d'Arc: 11 euros para los adultos y 8 euros con descuento, gratis para los menores de 6 años

👛 Visita del Gros Horloge: 7,50 ¤ adultos y 3,80 ¤ con descuento, gratis para los menores de 6 años

Dejamos la ciudad de los cien campanarios y Sainte Jeanne a primera hora de la tarde para dirigirnos a Giverny, la tierra prometida del Impresionismo. Obviamente, esta tarde nos centraremos en los jardines. Tanto el Clos Normand como el jardin d'eau tardan entre hora y media y dos horas en visitarse, y cuestan 13 euros para los adultos y entre 8,50 y 7,50 euros para las diversas concesiones. Estos jardines tienen verdaderos organismos, y Monet se aseguró de que no fueran tan asépticos como los de los grandes castillos o fincas. Sin embargo, no están desorganizados: Monet clasificó las flores y plantas por colores y les dio rienda suelta para que crecieran sin constreñirlas en modo alguno. Es esta armonía de colores lo que admiramos. Abundan las plantas raras, y cada rincón es una oportunidad para descubrir una nueva variedad. El famoso puente que el artista pintó 45 veces ya no es, por desgracia, el original, en demasiado mal estado para ser restaurado. Sin embargo, es fiel al original y es fácil ver las coloridas pinturas a través de los ojos de este puente.