Savoie a través de los ojos de un atleta de los Juegos Olímpicos de 1992

Tras 5 años de incesante campaña para conseguir la organización de los Juegos Olímpicos de Invierno de 1992, Albertville y Savoie fueron elegidos oficialmente organizadores en 1986. El departamento francés y sus trabajadores dispusieron así de menos de seis años para preparar el mayor acontecimiento jamás visto. Después de Chamonix en 1924 y Grenoble en 1968, eran los terceros Juegos Olímpicos de Invierno que se celebraban en Francia, movilizando enormes recursos humanos y financieros en varias ciudades. Del 8 al 23 de febrero de 1992, Albertvillois y los atletas de todo el mundo se dieron cita en trece sedes olímpicas, impulsados por la pasión.

En Albertville, el barrio de Sauvay alberga instalaciones deportivas dedicadas a los grandes eventos y al patinaje. Pequeña ciudad saboyana a pocos kilómetros de las pistas, es un capullo apreciado por sus habitantes, cuyo pasado medieval no deja de fascinar y sorprender a sus visitantes.

Si se dirige en dirección a la ciudad medieval de Conflans, encontrará un marco inolvidable para los turistas curiosos. Calles adoquinadas, plazas adornadas con fuentes, impresionantes edificios religiosos, singulares puertas históricas y letreros de hierro forjado destacan en esta ciudad extraordinariamente bien conservada. Si necesita visitar Albertville a toda prisa, éste es el lugar ideal, con impresionantes vistas panorámicas de toda la ciudad... ¡y de sus instalaciones olímpicas!

Para seguir los pasos de los atletas que participaron en la célebre competición, la visita a los sitios de Albertville es obligada. En el Pabellón Olímpico, con capacidad para más de 30.000 espectadores y construido para las pruebas de patinaje, el espacio Tremplin 92 transporta a los visitantes a las semanas locas que vivió Savoie. Inmersiva y pedagógica, esta exposición desvela todos los secretos de esta edición de los Juegos Olímpicos, en unas condiciones excepcionales...

Además de Albertville, el dominio esquiable de los Tres Valles participó intensamente en el acontecimiento, a través de sus diversas estaciones. Para los saltos de esquí, la combinada nórdica y el hockey, se recurrió al lujoso pueblo de Courchevel. Con sus palacios, sus prestigiosas boutiques y sus decenas de actividades insólitas, este pequeño rincón de Saboya lo tiene todo para tentarle.

En Les Ménuires y Val Thorens, las estaciones de esquí más altas de Europa, fueron las pruebas de eslalon masculino las que se instalaron durante estos 15 días de 1992. Estas dos ciudades de montaña, favoritas de los aficionados a los deportes de nieve, atraen por igual a asiduos y nuevos viajeros, gracias a sus numerosos atractivos y a una gastronomía a la orden del día.

Además de una nueva pista de esquí alpino femenino, Méribel cuenta con una nueva pista de hockey sobre hielo. Ahora abierta al público, este complejo es una gran oportunidad para patinar siguiendo los pasos de los campeones. Piscina, jacuzzi, solárium, hammam y zona de relajación también forman parte del Parque Olímpico de Méribel.

Imponente y única en Francia, la estructura dedicada al bobsleigh en La Plagne es un bonito legado de los Juegos Olímpicos de 1992. Esta pista de 1.500 metros de longitud es utilizada cada año por los turistas más aventureros, pero también por los profesionales que vienen a entrenarse.

Recientemente unida a La Plagne por el teleférico Vanoise Express, la estación de esquí de Les Arcs y su espectacular vista desde la cima de la Aiguille Rouge acogieron la prueba de esquí de velocidad a principios de la década de 1990.

Con una vista panorámica del Mont Blanc, la estación de Les Saisies es ideal para unas vacaciones en familia. Las pruebas de biatlón y esquí de fondo se celebraron aquí por primera vez en 1992, en un entorno natural dominado por abetos y zonas nevadas. En sus 6 pequeños pueblos de ambiente mágico, se pueden vivir muchas aventuras y el pasado olímpico es el orgullo de los lugareños.

Tras seguir los pasos de jugadores de hockey, corredores de slalom y esquiadores de fondo, se llega a Val d'Isère, sede de cuatro pruebas masculinas de esquí alpino. Lac du Chevril, Folie Douce y restaurantes con estrellas Michelin harán las delicias de los viajeros que busquen unas vacaciones gastronómicas un poco menos deportivas...

La estación, que forma con su vecina Tignes el Espace Killy o Tignes - Val d'Isère, sitúa el esquí alpino en el centro de sus instalaciones. Unos metros más allá, en Tignes, es el esquí de estilo libre el que cobra protagonismo, permitiendo a los visitantes aprovechar el terreno trazado y a veces natural de la estación. ¿Eres fan del sculling controlado o un poco más loco en los baches? Tú eliges.

La estación de Pralognan-la-Vanoise, poco conocida, es una pequeña joya situada entre Courchevel, Val Thorens y Val-Cenis. Este auténtico pueblo, conservado por sus siempre acogedores habitantes, no se perdería por nada del mundo su descenso semanal en antorcha. La Cascada de la Fraîche, el bosque de Glières, las granjas de cabras y los numerosos lagos son visitas obligadas en verano, mientras que los deportes de nieve se practican durante todo el invierno.