Excursión a Victoria, en la isla de Vancouver

Victoria se conoció primero como "Fort Albert" y siempre se ha presentado como una meca para acuerdos y negociaciones. De hecho, fue rebautizado como "Fuerte Victoria", en homenaje y adulación a la Reina de Inglaterra, en 1843, en previsión del Tratado de Oregón de 1846, que pretendía poner fin al conflicto entre estadounidenses e ingleses por la frontera de Oregón. Unos años más tarde, los songhees, el pueblo indígena que vivía en el emplazamiento de Fort Victoria, levantaron un nuevo poblado alrededor del fuerte. Después, entre 1850 y 1854, se firmaron en el lugar otra serie de tratados, los Tratados Douglas, en referencia a James Douglas, el primer gobernador de la Columbia Británica.

El objetivo de estos tratados era crear vínculos con los nativos permitiéndoles hacer trueques con los colonialistas. En particular, los nativos podían recuperar ciertas tierras a cambio de bienes. Por supuesto, estos intercambios fueron muy controvertidos, ya que las tierras eran robadas a los nativos. Más tarde, a finales del siglo XIX, Victoria siguió comerciando con otros pueblos, convirtiéndose en uno de los puertos más importantes de Norteamérica para el comercio de opio. El puerto comerciaba con Hong Kong y se distribuía por todo el continente americano.

Este es el patrimonio sobre el que se construyó Victoria, y es también el patrimonio que el Royal BC Museum ofrece a los visitantes para que lo descubran en parte. Presentado como una de las atracciones emblemáticas de Victoria, el museo se centra tanto en el descubrimiento de la tierra de la Columbia Británica como en sus habitantes presentes y pasados. Se puede aprender sobre los habitantes de Canadá antes de que desembarcaran los colonizadores, así como sobre la flora y la fauna endémicas de la región y del mundo. El museo también alberga exposiciones internacionales sobre temas tan variados como el Titanic, los vikingos, Genghis Khan y Leonardo da Vinci. El museo también cuenta con un cine IMAX que proyecta documentales de todo tipo.

Por supuesto, hay mucho más que descubrir en Victoria. Lo más fácil es reservar una excursión de día completo a través de un operador turístico, que incluye transporte y una combinación flexible de visita guiada y tiempo libre. Podrá contemplar la vida marina desde el ferry a la isla de Vancouver por la costa de la Columbia Británica, pasear entre las flores de los jardines Butchart y admirar la arquitectura victoriana de Victoria.

Sin embargo, esta actividad tiene un precio, aunque tiene la ventaja de estar convenientemente cuidada. Como alternativa, la opción autoguiada es, por supuesto, mucho más barata (estimación de 30-50 euros por persona) y sigue la misma ruta: desde la estación Pacific Central en autobús hasta la terminal de ferry de Tsawwassen, y luego en ferry hasta Swartz Bay. Desde allí, hay que tomar un autobús a Victoria, lo que supone un trayecto total de Vancouver a Victoria de unas 4 horas, que no es poco.

Sin embargo, también es posible pernoctar en uno de los hoteles o bed and breakfast de la ciudad, para repartir el viaje en dos días y aprovechar el tiempo para ver los lugares de interés.

Desde el centro de Vancouver, hay que viajar al sur de la ciudad en un autobús, la línea 620, que te deja directamente en el puerto. Luego hay que subirse a un ferry para hacer un viaje de hora y media por el Estrecho de Georgia y las pintorescas islas del Golfo. Si va entre junio y septiembre, no pierda de vista a las orcas. Si tiene suerte, desde el puente podrá contemplar la fauna costera, como águilas, leones marinos, ballenas y las emblemáticas orcas.

Una vez en la terminal de Swartz Bay, póngase en camino hacia el paraíso botánico de los Jardines Butchart, a medio camino entre el puerto y Victoria. Una visita obligada en la capital de la Columbia Británica: millones de plantas de arriate en más de 900 variedades. Tardará dos horas en explorar por completo las 50 hectáreas de magníficos jardines. Piérdase en el corazón de varios jardines temáticos y admire el inmenso Jardín Hundido, con su fuente danzante. El único inconveniente es que, como suele ocurrir en Canadá, el precio de la entrada vuelve a ser elevado: 38 dólares por adulto en verano, la mitad para los niños.

Para los que aún quieran más verde, Beacon Hill Park es otro parque al sur de la ciudad. Con 80 hectáreas de vegetación, puentes, lagos, estanques y grandes extensiones de césped, es un lugar estupendo para observar aves, tomar el sol, hacer picnics y relajarse. También se celebran aquí pequeños conciertos los fines de semana de verano.

La ciudad de Victoria presume de muchas maravillas arquitectónicas, entre ellas las Casas del Parlamento y el Hotel Fairmont Empress, situado frente al mar, al borde de Inner Harbour. Las primeras pueden visitarse, mientras que el Empress cuenta con una zona abierta al público, donde podrá simplemente disfrutar de una taza de té o un bocado. El castillo de Craigdarroch, en la colina de la ciudad, es una soberbia casa señorial victoriana y un Lugar Histórico Nacional. También puede visitarse por 20 $. Construida durante el reinado de la reina Victoria, su arquitectura y decoración reflejan a la perfección la estética de la época.

El centro de Victoria es un lugar ideal para terminar el día, al que se accede paseando por el barrio chino más antiguo de Canadá y el pintoresco puerto de Victoria. Una vez en el centro, puede aprovechar para pasear antes de la fatídica hora del ferry. Una de las visitas obligadas del centro es elInner Harbor, que presume de ser uno de los puertos más bellos del mundo. También es un lugar ideal para descubrir la floreciente escena artística y cultural, con espectáculos, festivales y conciertos que tienen lugar aquí con regularidad. Y no se pierda las famosas casas flotantes de colores de Fisherman's Wharf. Después de todo esto, por desgracia, es hora de coger el ferry y el autobús de vuelta a Vancouver.