Por sorprendente que pueda parecer, Nueva Orleans es en realidad una ciudad portuaria: enclavada entre el lago Pontchartrain y el gigantesco río, la Big Easy es el último puerto antes del mar. Tras recorrer más de 2.000 kilómetros, el río termina su curso poco después de la ciudad, y es tan fuerte que en Nueva Orleans alcanza una profundidad máxima de 60 metros. Con sus aguas turbias y sus poderosas corrientes, ¡no hace falta decir que no hay que bañarse en sus orillas!
El puerto de la ciudad data de 1717, cuando los franceses controlaban Luisiana. Desde entonces, los productos transportados han cambiado radicalmente, desde los agrícolas (incluido el algodón) hasta los industriales. Hoy pasan por aquí diversos productos manufacturados y materias primas, como el petróleo.