A su llegada al aeropuerto de San José, diríjase a Cahuita para descubrir la impresionante belleza natural de la costa caribeña. Hay varias opciones para llegar: por carretera, en coche o autobús (prevea 4 ó 5 horas de viaje) o en avión, con una avioneta que aterriza en la ciudad portuaria de Limón (a 35 km de Cahuita). El ambiente aquí es muy diferente al de otras partes del país, con la cultura afrocaribeña marcando el ritmo del estilo de vida zen de Cahuita. Desde la música reggae hasta la arquitectura de las calles con sus coloridas casas tradicionales, este pueblo tiene un ambiente hippie chic.
Bordeado por el océano Pacífico a un lado y el mar Caribe al otro, el país de los volcanes y el ecoturismo es famoso por sus parques naturales y su fauna endémica, pero también revela facetas poco conocidas. En la costa surcaribeña, selvas tropicales, playas salvajes y cadenas montañosas albergan rincones secretos aún poco visitados por los turistas. Desde las comunidades indígenas hasta el ambiente afrocaribeño de algunos pueblos, esta escapada de 4 días le descubrirá los tesoros ocultos de esta parte de Costa Rica. Una escala ineludible en un viaje de al menos 10 días.
Día 1: De San José a Cahuita, un ambiente caribeño
Tarde de relax y surf en las playas del sur
No muy lejos de Cahuita y cerca de la frontera con Panamá, Puerto Viejo es un pequeño remanso de paz donde las influencias caribeñas están muy presentes. Tome la carretera costera hasta el pueblo pesquero de Manzanillo y encontrará una playa tras otra. Para explorar los alrededores, puede alquilar una moto, una bicicleta o un caballo en Puerto Viejo. El paseo comienza en Playa Negra, que, como su nombre indica, tiene una llamativa arena negra y es el lugar perfecto para relajarse antes de lanzarse a una sesión de surf en las playas con olas más intensas, como Cocles o Salsa Brava.
Tras pasar por playa Chiquita, una pequeña cala de arena amarilla y aguas cristalinas, y playa Punta Uva, bordeada de selva tropical, la ruta costera termina en Manzanillo. Aquí se encuentra el refugio natural Gandoca-Manzanillo, un lugar idílico donde la naturaleza está protegida. Delfines, cocodrilos y ostras de manglar comparten las aguas del Caribe y los manglares, mientras que varias especies de monos y casi 300 especies de aves puntúan las caminatas en el corazón de la selva tropical.Por la noche, el pueblo de Manzanillo es el lugar ideal para cenar en uno de los restaurantes que sirven platos de marisco y disfrutar de la vida nocturna caribeña.
Día 2: explorar la selva tropical
Al día siguiente, nos dirigimos al Parque Nacional de Cahuita para pasar el día observando la fauna. Salimos temprano para tener la oportunidad de ver más animales. La entrada desde el pueblo es gratuita, pero desde la puerta de Vargas, a 1 km, cuesta 10 dólares. En este parque, que combina selva tropical y playas de arena blanca, un sendero recorre primero la costa y luego, en la desembocadura de un río, conduce al borde de la selva. En las playas de arena blanca y cocoteros redondeados, el buceo con tubo está a la orden del día. Los arrecifes de coral son los mejor protegidos de esta parte de la costa caribeña.
Mire hacia arriba en el bosque y verá todo tipo de animales correteando entre los árboles: perezosos, monos aulladores, tucanes, mapaches y la famosa rana de ojos rojos, emblema del país junto con el quetzal. En cuanto a la flora, algunos árboles son gigantescos. Hay palmeras, numerosas lianas, especies raras como el jinote, que tiene la virtud de tratar los problemas intestinales, y la bromelia pinguin. Las plantas medicinales son muy utilizadas en el país, sobre todo por las comunidades indígenas.
Día 3: Encuentro con los indígenas bribri
Tras pasar la noche en Cahuita y sumergirse en la selva caribeña, es hora de conocer a la población local y descubrir las diferentes culturas del país, en especial la de los bribris, un pueblo indígena que vive en plena selva. Este pueblo de unos 15.000 habitantes está repartido en varias aldeas de la sierra de Talamanca. Su principal fuente de ingresos es la agricultura, sobre todo la producción de cacao, que también utilizan para ritos ceremoniales, y las mujeres desempeñan un papel importante en la comunidad.
Los turistas son muy bien recibidos en esta comunidad, a la que le encanta compartir sus tradiciones, artesanía y gastronomía. Algunos bribris se toman la molestia de aprender algunas palabras de su dialecto o proporcionan información sobre los tipos de plantas que se utilizan por sus virtudes medicinales. Los guías locales acompañan a los turistas al pueblo de Bribri o Bratsi. En este último, la experiencia es inolvidable: hay que cruzar un río en piragua para llegar directamente a una plantación de cacao donde la vegetación es exuberante. Tras una comida compartida con la comunidad, diríjase al Bribri Lodge, en Amubri, para pasar la noche en una cabaña tradicional en plena naturaleza.
Día 4: Baño al pie de la cascada de Bribri
Al día siguiente, después de estos encuentros cargados de emoción y paisajes impresionantes, sentimos el impulso de prolongar nuestra estancia en la costa caribeña. El momento era demasiado corto y queríamos alargarlo. Una parada obligada son las cascadas de Bribri, que se precipitan en una poza donde uno puede darse un chapuzón y disfrutar de nuevo de las vistas.
Últimos momentos en la costa caribeña
Después de almorzar tranquilamente junto a las cascadas, es hora de abandonar la costa caribeña para visitar el resto de Costa Rica y descubrir otro tipo de naturaleza salvaje con sus parques y volcanes. Pero antes de abandonar la costa este, diríjase a Tortuguero, un pequeño pueblo al norte de la costa caribeña, que alberga un parque nacional famoso por su fauna, pero sobre todo por sus tortugas marinas. Es un lugar que le recomendamos visitar durante varios días para disfrutar de la exuberante naturaleza, descubrir los animales del parque y vivir el cálido ambiente del pueblo.