Occitanie en bicicleta: un recorrido de 4 días por la costa mediterránea

La primera localidad francesa que atraviesa la ruta ciclista Eurovélo 8 se encuentra en los Pirineos. La ruta te lleva a través de un denso bosque que serpentea como un tobogán hasta llegar al nivel del mar. Por el camino, descubrirá un sinfín de maravillas culturales e históricas, como el claustro de Saint Génis des Fontaines, la abadía de Santa María de Vilabertran y los encantadores pueblos catalanes de Sorède y Saint André.

Los paisajes de montaña dan paso a una etapa junto al mar. Es un verdadero placer pedalear con vistas al mar durante todo el trayecto. Pasamos por St-Cyprien y su puerto, donde muchos visitantes pasean con la nariz al viento, luego nos adentramos en los pinares antes de llegar al pueblo marisquero de Leucate y sus ostioneras. Merece la pena hacer una parada para degustarlas. Si aún le queda energía, no dude en recorrer las callejuelas de Leucate para descubrir las magníficas fachadas de colores emblemáticas del pueblo.

La vista del mar cambia a lo largo de los kilómetros por una vista de los lagos. No es algo que no disfrutemos, ya que aprovechamos los numerosos flamencos rosas que duermen la siesta sobre una pata, en grupos, en los tramos de agua. La ruta ciclista continúa por el corazón de los viñedos y sigue las esclusas. Un interludio campestre con un toque retro, antes de regresar a Narbona y al famoso Palacio Arzobispal.

El viaje continúa hacia el interior, a través de paisajes pastorales. De camino a Béziers, no deje de desviarse brevemente hacia Sallèles d'Aude y la aldea de Somaille, dos municipios rebosantes de sorpresas. Como el divertido e instructivo holograma de Mrs Cradock, una turista británica del siglo XVIII que cuenta la historia del canal que atraviesa el pueblo.

El Canal du Midi nos guía hasta el mar. Es una buena manera de darse un merecido chapuzón en el mar después de esta etapa ciclista, antes de dirigirnos a nuestro destino del día: Sète. Cuando se mira a izquierda o derecha, no se sabe si se admira el Etang de Thau o el Mediterráneo. No importa, ambos son de un azul suntuoso. Nos damos un último chapuzón en Marseillan-plage y regresamos a Sète por la vía verde del Lido, que bordea el Mediterráneo.

Es una etapa que atraerá al público más amplio posible. De hecho, entre Sète y Le Grau-du-Roi, puede desviarse por Montpellier, la ciudad de las 1.000 fuentes -como se la conoce-, bañada de luz y con una ligereza de vida típica del sur de Francia. No querrá perderse la famosa plaza de la Comédie ni el hipercentro de la ciudad, con sus callejuelas medievales.

Tras descubrir la ciudad costera de Le Grau-du-Roi, el viaje continúa por el canal navegable. Antes de llegar a su destino y tras atravesar unas magníficas llanuras, si aún le quedan energías, haga un bucle por la Arles romana para descubrir su impresionante patrimonio. De vuelta a la ruta ciclista mediterránea, continúe hasta Beaucaire y su encantador puerto fluvial, última ciudad de Occitania, antes de proseguir hacia las Bouches-du-Rhône.