Pasear por Saint-Émilion

La historia cuenta que el pueblo de Saint-Émilion toma su nombre de un monje bretón llamado Émilion que se instaló en una ermita troglodita y fundó una comunidad religiosa en la ciudad en el siglo VIII.

Saint-Émilion alberga un rico patrimonio histórico y arquitectónico. Así que tómese su tiempo para pasear por sus callejuelas y abrir bien los ojos... ¡Cada esquina esconde pequeñas maravillas! Saint-Émilion es un lugar naturalmente inclinado, por lo que tendrá que tomar las tertres, las empinadas calles empedradas típicas de la ciudad, para unir la parte alta y la parte baja. Para descubrir el rico patrimonio de Saint-Émilion, opte por la visita guiada "Saint-Émilion Cité Médiévale", que le transportará a la época de esplendor de la ciudad.

La iglesia monolítica de Saint-Emilion fue construida entre los siglos XII y XVI. Su campanario es el punto más alto del pueblo. Este monumento excepcional no se construyó como las iglesias medievales de la época. De hecho, toda la iglesia fue excavada en la roca entre finales del siglo XI y principios del XII. Sus proporciones la convierten en la iglesia monolítica más grande de Europa. Orgullo de la ciudad y de la región, la Dama de Saint-Émilion es una leyenda en Aquitania.

Construido por monjes benedictinos, este monumento se encontraba en la ruta hacia Santiago de Compostela. La ambición de construir esta iglesia "subterránea" estuvo motivada por el recuerdo del ermitaño que vivió en una cueva cercana en el siglo VIII. Querían ejercer una influencia moral saludable sobre los fieles, así que construyeron esta iglesia excepcional para albergar a un centenar de fieles y las reliquias del monje Emilion. Las decoraciones que adornaban la nave distinguían aún más la iglesia de los demás edificios religiosos de la zona. Las decoraciones tenían un aire oriental, sobre todo por su disposición y tamaño. El edificio es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, lo que significa que se han conservado los últimos vestigios de ángeles y otras decoraciones.

La Tour du Roy es la torre cuadrangular que verá desde el mirador situado junto al campanario: ¡es imposible no verla! Es el único torreón románico que se conserva en Gironda. Con sus 32 metros de altura, la torre ofrece una impresionante vista panorámica de la ciudad y sus viñedos. Para disfrutarla al máximo, puede subir los 118 escalones por 2 euros/persona.

Los viñedos de Saint-Emilion figuran entre los más prestigiosos del mundo. Además, es el primer viñedo declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Así que sería una pena visitar Saint-Emilion sin visitar una finca vinícola.

Desde hace varios años, los castillos y las haciendas vinícolas se han volcado en el enoturismo y abren sus puertas a los visitantes. Los castillos de Saint-Émilion son muy numerosos, por lo que hay para todos los gustos y bolsillos. En general, todas las visitas incluyen un recorrido guiado por la propiedad y las bodegas y, por supuesto, una degustación de varios vinos de la finca. Los viticultores estarán encantados de compartir con usted su saber hacer y su pasión durante una visita apasionante y distendida.

¿Cuándo visitar Saint-Émilion?

Le recomendamos que visite Saint-Émilion en temporada media, entre abril y junio, o en septiembre/octubre. Víctima de su propio éxito, este destino está muy concurrido en verano, por no hablar de las temperaturas, que pueden ser muy calurosas. Por el contrario, el invierno en Saint-Émilion puede percibirse como demasiado tranquilo, ya que muchos comercios están cerrados.

Como era de esperar, Saint-Émilion alberga un gran número de muy buenas direcciones. Pero cuidado, como es una ciudad turística, también hay muchas trampas para turistas. Pregunte antes de comer. A la hora de la merienda, le recomendamos que visite La Fabrique des Macarons para degustar los famosos macarons de Saint-Émilion. La receta se remonta al siglo XVII, cuando la preparaba la comunidad religiosa de las Ursulinas, y se ha transmitido de generación en generación. Hoy en día, Nadia Fermigier, que regenta la tienda, es la única propietaria de la receta tradicional de estos macarons elaborados con almendras dulces y amargas, claras de huevo y azúcar.