La Capilla Palatina: el tesoro del Palacio de los Normandos

Un palacio cargado de historia: el Palacio de los Normandos

Junto con la Catedral de Palermo y las catedrales de Cefalú y Monreale, el Palacio de los Normandos, también conocido como Palacio Real, forma parte del itinerario árabe-normando clasificado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y es la antigua residencia de los reyes normandos cuando conquistaron Sicilia al dominio árabe en 1072. Tiene raíces muy antiguas si se piensa que fue base del comercio fenicio y llegó a ser una auténtica fortaleza en aquella época, pero tras las dominaciones griega, romana y bizantina no hubo más noticias hasta la conquista por los árabes. El Palacio de los Normandos, como se conoce hoy en día, debe su nombre al rey normando Roger II, que arrebató la ciudad al dominio árabe haciéndose coronar primer rey de Sicilia en este mismo palacio en 1130.

Como resultado de numerosas destrucciones y ampliaciones, el actual Palazzo dei Normanni adquirió un aspecto diferente del original y a día de hoy no se puede ni imaginar cómo era en el pasado. Tras la dominación normanda, Federico II de Suabia hizo del palacio su residencia y a él se debe el nacimiento de la Scuola Poetica Siciliana, reconocida también por** Dante y Petrarca**. De fortaleza a residencia soberana, hoy es la sede de la Asamblea Regional de Sicilia.

La Capilla Palatina: una capilla de oro

El Palacio de los Normandos también es conocido por la Capilla Palatina situada en la primera planta, encargada por el propio Roger II como capilla privada para la familia real. Es una encrucijada de ulturas diferentes, Oriente y Occidente, y muchos elementos dan fe de ello: desde los mosaicos bizantinos de oro hasta las inscripciones árabes, griegas y latinas. Aunque el término pueda sugerir una estructura pequeña, tiene en cambio el tamaño de una iglesia y es una de las más bellas de Palermo, quizá de todo Europa. El escritor francés Guy de Maupassant la describió como "la más bella del mundo, la más bella joya religiosa custodiada por el pensamiento humano y ejecutada por una mano maestra".

Al visitarla es posible entender las encrucijadas entre las distintas religiones y cosmovisiones. Pero, sobre todo, la experiencia estética es simplemente avasalladora: la belleza de cada detalle, el muchimalismo, los mosaicos, las imáganes y las historias que cuentan; es una suma de elementos que dan paso a una experiencia absolutamente espiritual, sin importar en qué se cree.

La capilla es el resultado del deseo de los reyes normandos de restaurar la religión cristiana inspirándose al mismo tiempo en las decoraciones musulmanas, ya que se consideraban fastuosas y dignas de un rey.

Los diversos mosaicos representan escenas bíblicas y cada elemento tiene un significado: el presbiterio tiene forma cuadrada como los cuatro elementos de la tierra, en la cúpula se puede vislumbrar la forma de un octógono que simboliza la resurrección y el juicio universal con la figura del Cristo Supremo rodeado de ángeles y arcángeles.

Al entrar, no se puede dejar de observar otro mosaico bizantino que representa a los cuatro evangelistas y a los profetas con Cristo Pantocrátor, o el Señor de la Creación, bendiciendo a los fieles a la manera griega, es decir, con el pulgar de la mano derecha tocando el dedo anular como para indicar la alegoría de la naturaleza humana y divina de Cristo. Debajo de la figura de Cristo se encuentra la Madonna, que no data del siglo XII, sino que es de estilo barroco.